La cosa pública es un desastre -voceaba, a la menor oportunidad, don Ramón- Cada uno mira demasiado lo propio y olvida que hay cosas que son de todos y que hay que cuidar", añadÃa. Y no habÃa quien le metiera en la cabeza que ese egoÃsmo era flor o espina, o vicio o virtud de toda una raza.