Cada uno, sin dejar de andar, se volvÃa para escuchar el fantasma de la incertidumbre, que murmuraba a su oÃdo: - Trabaja cuanto puedas, amigo mÃo; levántate temprano y no descanses hasta bien entrada la noche, robes con habilidad o sirvas fielmente, jamás llegarás a conocer la seguridad! Rico hoy, mañana puedes volver a ser poblre. En vano dejarás millones a tus hijos, jamás podrás estar seguro de que tu hijo no llegará a ser el criado de tu criado, o que tu hija no tenga que venderse por un trozo de pan -