(...) Le tiré de la camisa, queriendo besa su piel.
Él se apartó y se irguió.
-¿En la sala de guerra, amor? ¿Y si entra alguien?
Yo me puse en pie y le quité la camisa.
-Entonces tendrán una historia muy buena que contar.
-¿Una historia muy buena? - dijo él, y fingió que se ofendÃa.
-Demuéstrame lo contrario.
A él se le iluminaron los ojos con el desafÃo.
— Maria V. Snyder
valekyelena