What happens to you here is forever. Understand that in advance. We shall crush you down to the point from which there is no coming back. Things will happen to you from which you could not recover, if you lived a thousand years. Never again will you be capable of ordinary human feeling. Everything will be dead inside you. Never again will you be capable of love, or friendship, or joy of living, or laughter, or curiosity, or courage, or integrity. You will be hollow. We shall squeeze you empty and then we shall fill you with ourselves.

Related Quotes

Si que­da­ba al­gu­na es­pe­ran­za, debía estar en los pro­les, por­que solo en esas masas des­pre­cia­das, que cons­ti­tuían el ochen­ta y cinco por cien­to de la po­bla­ción de Ocea­nía, podía ge­ne­rar­se la fuer­za ne­ce­sa­ria para des­truir al Par­ti­do. Este no podía de­rro­car­se desde den­tro. Sus enemi­gos, si es que los había, no te­nían forma de unir­se o si­quie­ra de re­co­no­cer­se mu­tua­men­te. In­clu­so en caso de que exis­tie­ra la le­gen­da­ria Her­man­dad —lo cual no era del todo im­po­si­ble— re­sul­ta­ba in­con­ce­bi­ble que sus miem­bros pu­die­ran re­unir­se en gru­pos de más de dos o tres. La re­be­lión se li­mi­ta­ba a un cruce de mi­ra­das, una in­fle­xión de la voz o, como mucho, una pa­la­bra su­su­rra­da oca­sio­nal­men­te. En cam­bio los pro­les, si pu­die­ran ser cons­cien­tes de su fuer­za, no ten­drían ne­ce­si­dad de cons­pi­rar. Bas­ta­ría con que se en­ca­bri­ta­ran como un ca­ba­llo que se sa­cu­de las mos­cas. Si qui­sie­ran, po­drían volar el Par­ti­do en pe­da­zos a la ma­ña­na si­guien­te. Tarde o tem­prano tenía que ocu­rrír­se­les. Y sin em­bar­go…
George Orwell
1984españolgeorge-orwell
La Lo­te­ría, con su re­par­to se­ma­nal de enor­mes pre­mios, era el único acon­te­ci­mien­to pú­bli­co al que los pro­les pres­ta­ban ver­da­de­ra aten­ción. Era pro­ba­ble que hu­bie­se mi­llo­nes de pro­les para quie­nes la Lo­te­ría fuese la razón prin­ci­pal, si no la única, para se­guir con vida. Era su de­lei­te, su lo­cu­ra, su anal­gé­si­co, su es­ti­mu­lan­te in­te­lec­tual. En lo que se re­fe­ría a la Lo­te­ría, hasta quie­nes ape­nas sa­bían leer y es­cri­bir eran ca­pa­ces de lle­var a cabo in­trin­ca­dos cálcu­los y sor­pren­den­tes lo­gros me­mo­rís­ti­cos. Había toda una tribu de in­di­vi­duos que se ga­na­ban la vida ven­dien­do sis­te­mas, pre­dic­cio­nes y amu­le­tos de la suer­te. Wins­ton no tenía nada que ver con la Lo­te­ría, que se ges­tio­na­ba desde el Mi­nis­te­rio de la Abun­dan­cia, pero sabía (como cual­quier otro miem­bro del Par­ti­do) que los pre­mios eran casi todos ima­gi­na­rios. Solo se pa­ga­ban pe­que­ñas sumas y los ga­na­do­res de los pre­mios gor­dos en reali­dad no exis­tían. En au­sen­cia de ver­da­de­ra co­mu­ni­ca­ción entre una parte de Ocea­nía y otra, no re­sul­ta­ba di­fí­cil ama­ñar­lo.
George Orwell
españolgeorge-orwelllotería