No piensas en mà como yo en ti. No me importa. Pero si también tienes frÃo, podrÃas acercarte y rodearme con los brazos. Solo un poco. Con un nudo en la garganta, me acerqué, me senté a su lado y la abracé. —Qué bien —dijo ella, más relajada—. Es como si hasta ahora siempre hubiera tenido frÃo.
— Patrick Rothfuss
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