Era peor la herida... eran peor muchas heridas... que saber la profundidad de lealtad y amor que yacÃa detrás de esa frÃa máscara. Los ojos severos y claros se apagaron por un momento, y los firmes labios se agitaron. Por una única vez alcancé a ver un gran corazón tan bien como un gran cerebro. Todos mis años de humildad asà como de servicio fiel culminaron en ese momento de revelación.
— Arthur Conan Doyle
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