La vida es como una vela prendida. Todos cuando nacemos llevamos una con nuestro nombre reflejado en ella. La única diferencia entre unos y otros es que hay personas que traen una pequeña vela, como la de un cumpleaños, y otros traen consigo un cirio, como los que colocan en las iglesias. Unas, desgraciadamente, se consumen antes que otras, pero todas acaban apagándose.