Ella, sin duda, era la encarnación de la belleza que encontraba en la Tierra. TenÃa que pasar por penas y sacrificios y tenÃa que seguir, aunque pareciera que no habÃa hacia dónde ir, pero al final valÃa la pena, porque ante la adversidad, su alegrÃa resurgÃa como un atardecer. Y eso no lo encontrarÃa ni en el Cielo.