AsÃ, pues, le dije: —Ya sabes, Tom, que no sirvo ni para limpiarte los zapatos. Pero no importa: Dios todopoderoso nos ha creado a todos y a unos los ha dejado ciegos mientras que a otros les ha dado los ojos para verlo todo. Me parece que yo no figuro entre estos últimos; pero sin duda está bien asÃ, puesto que es Dios quien lo ha querido.